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sábado, 27 de julio de 2013

El control de la química adictiva

La adicción por las harinas es la principal causa de la obesidad. Por ello la dieta debe enfocarse hacia el control de esa adicción

La dieta debe controlar la atracción por los dulces y harinas

Se piensa que las oscilaciones anormales de la serotonina cerebral son la esencia de la adicción y la causa fundamental que conduce a un individuo hacia la obesidad.

En este contexto, resulta completamente ilusorio pensar que un obeso pueda cumplir a largo plazo una dieta de pocas calorías que no controle las fuerzas adictivas y menos aún que con ella pueda solucionar, en un lapso prolongado, un problema tan completo.

El obeso, sin lugar a dudas, es un adicto. Explicarle que debe comer menos, no resulta; de hecho el obeso no come porque quiere, sino porque las fuerzas adictivas lo dominan. Si esta adicción no se controla, el paciente no cumplirá la dieta pues las fuerzas adictivas tarde o temprano lo empujaran a comer dulces y harinas.

Las dietas restrictivas, no contemplan el consumo de dulces ni chocolates ni otros alimentos necesarios  para mantener la serotonina elevada y controlar la adicción. Por estas razones, la dieta para el obeso tiene que estar dirigida hacia el control de la adicción y de las fuerzas que lo empujan a comer.

Similar al tratamiento de un alcohólico

Al igual que en el alcohólico, el objetivo del tratamiento no es explicarle que el licor es malo pues él ya lo sabe; sin embargo, cuando ve una cerveza, no resiste y se lo toma. El tratamiento en este caso debe lograr que el licor no le provoque.

Igualmente, la dieta tiene que lograr que al atardecer cuando el obeso observe una harina, un pan o un chocolate no sienta ninguna atracción ni deseo de comerlas. Que mire estos alimentos con indiferencia, como si fueran de plástico. Solo así podemos esperar buenos resultados a largo plazo.

El control de la adicción      

Se ha comprobado que la tristeza, la angustia y el desenfrenado deseo de comer harinas o dulces que ocurre al atardecer, se controla cuando ingerimos carbohidratos o dulces en la mañana. Este efecto se produce debido a que el consumo matutino de carbohidratos, y especialmente de chocolates, mantiene elevados los niveles de serotonina durante todo el día.
ritmos circadianos

Si se evita su descenso vespertino se aminoraran los impulsos hacia las harinas.
Por otra parte los efectos antidepresivos, de alegría y sedación que ocurren cuando comemos dulcitos o pan en las tardes, no suceden en la mañana. Simplemente sentimos que hemos ingerido una harina o un dulce; sin toda esa connotación y sin el vínculo antidepresivo que tienen las harinas cuando son ingeridas al atardecer. 

Además los dulces en las mañanas, se perciben como menos sabrosos que en las tardes.
Todo esto cambia nuestro diagrama mental sobre los dulcitos, pues al atardecer ya no los miramos con tanto anhelo, ya no los recordamos como algo muy sabroso, ni los vinculamos con ningún efecto sedante ni antidepresivos. Vemos los dulces con indiferencia y nos hacemos cada vez << menos dulceros >>.

Recuerde que nadie come chocolates ni dulcitos porque decidió engordar, sino porque una fuerza adictiva lo induce a este comportamiento; por ello, el control de esa adicción debe ser el principal objetivo de la dieta.

El control de la adicción garantiza que será delgado en forma permanente     

La adicción es la principal razón por la cual una persona ingiere en la noche alimentos que lo engordan. Si la adicción continua, tarde o temprano no aguantara, se comerá las galletas y engordara otra vez. El solo hecho de sentir deseos de comer una galleta al atardecer es una alerta indicativo de que la dieta no cumple con su principal objetivo: el control de la adicción.

No importa que tan rápido haya perdido los kilos, ni cuanto adelgazo, el que continúe con el deseo de comer harinas al anochecer sugiere que la adicción a los carbohidratos no ha sido erradicada y anuncia que nuevamente será gordo.

Nunca menosprecie la adicción hacia los carbohidratos       

Esta adicción ha llevado a muchas personas a ser extremadamente obesas, poniendo en grave riesgo su salud y su vida.

Tenga la certeza de que ninguno de ellos engordo a propósito, que no se comían un pan en la noche diciendo << que bueno, voy a comerlo porque quiero ser gordo >>.

Los que ingieren harinas de noche lo hacen empujados por fuerzas adictivas, aun sabiendo que con esto están arriesgando su vida. Únicamente aquella dieta que controle la adicción hacia las harinas nos asegura que nunca más retornara a la obesidad.