La adicción por
las harinas es la principal causa de la obesidad. Por ello la dieta debe
enfocarse hacia el control de esa adicción
La dieta debe
controlar la atracción por los dulces y harinas
Se piensa que las oscilaciones anormales de la serotonina
cerebral son la esencia de la adicción y la causa fundamental que conduce a un
individuo hacia la obesidad.
En este contexto, resulta completamente ilusorio pensar que
un obeso pueda cumplir a largo plazo una dieta de pocas calorías que no
controle las fuerzas adictivas y menos aún que con ella pueda solucionar, en un
lapso prolongado, un problema tan completo.
El obeso, sin lugar a dudas, es un adicto. Explicarle que
debe comer menos, no resulta; de hecho el obeso no come porque quiere, sino
porque las fuerzas adictivas lo dominan. Si esta adicción no se controla, el
paciente no cumplirá la dieta pues las fuerzas adictivas tarde o temprano lo
empujaran a comer dulces y harinas.
Las dietas restrictivas, no contemplan el consumo de dulces
ni chocolates ni otros alimentos necesarios
para mantener la serotonina elevada y controlar la adicción. Por estas
razones, la dieta para el obeso tiene que estar dirigida hacia el control de la
adicción y de las fuerzas que lo empujan a comer.
Similar al
tratamiento de un alcohólico
Al igual que en el alcohólico, el objetivo del tratamiento
no es explicarle que el licor es malo pues él ya lo sabe; sin embargo, cuando
ve una cerveza, no resiste y se lo toma. El tratamiento en este caso debe
lograr que el licor no le provoque.
Igualmente, la dieta tiene que lograr que al atardecer
cuando el obeso observe una harina, un pan o un chocolate no sienta ninguna atracción
ni deseo de comerlas. Que mire estos alimentos con indiferencia, como si fueran
de plástico. Solo así podemos esperar buenos resultados a largo plazo.
El control de la adicción
Se ha comprobado que la tristeza, la angustia y el
desenfrenado deseo de comer harinas o dulces que ocurre al atardecer, se
controla cuando ingerimos carbohidratos o dulces en la mañana. Este efecto se
produce debido a que el consumo matutino de carbohidratos, y especialmente de
chocolates, mantiene elevados los niveles de serotonina durante todo el día.
ritmos circadianos |
Si se evita su descenso vespertino se aminoraran los
impulsos hacia las harinas.
Por otra parte los efectos antidepresivos, de alegría y sedación
que ocurren cuando comemos dulcitos o pan en las tardes, no suceden en la
mañana. Simplemente sentimos que hemos ingerido una harina o un dulce; sin toda
esa connotación y sin el vínculo antidepresivo que tienen las harinas cuando
son ingeridas al atardecer.
Además los dulces en las mañanas, se perciben como
menos sabrosos que en las tardes.
Todo esto cambia nuestro diagrama mental sobre los dulcitos,
pues al atardecer ya no los miramos con tanto anhelo, ya no los recordamos como
algo muy sabroso, ni los vinculamos con ningún efecto sedante ni
antidepresivos. Vemos los dulces con indiferencia y nos hacemos cada vez
<< menos dulceros >>.
Recuerde que nadie come chocolates ni dulcitos porque decidió
engordar, sino porque una fuerza adictiva lo induce a este comportamiento; por
ello, el control de esa adicción debe ser el principal objetivo de la dieta.
El control de la adicción
garantiza que será delgado en forma permanente
La adicción es la principal razón por la cual una persona
ingiere en la noche alimentos que lo engordan. Si la adicción continua, tarde o
temprano no aguantara, se comerá las galletas y engordara otra vez. El solo
hecho de sentir deseos de comer una galleta al atardecer es una alerta
indicativo de que la dieta no cumple con su principal objetivo: el control de
la adicción.
No importa que tan rápido haya perdido los kilos, ni cuanto
adelgazo, el que continúe con el deseo de comer harinas al anochecer sugiere
que la adicción a los carbohidratos no ha sido erradicada y anuncia que
nuevamente será gordo.
Nunca menosprecie la adicción
hacia los carbohidratos
Esta adicción ha llevado a muchas personas a ser
extremadamente obesas, poniendo en grave riesgo su salud y su vida.
Tenga la certeza de que ninguno de ellos engordo a propósito,
que no se comían un pan en la noche diciendo << que bueno, voy a comerlo porque
quiero ser gordo >>.
Los que ingieren harinas de noche lo hacen empujados por
fuerzas adictivas, aun sabiendo que con esto están arriesgando su vida. Únicamente
aquella dieta que controle la adicción hacia las harinas nos asegura que nunca más
retornara a la obesidad.
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