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miércoles, 24 de julio de 2013

La obesidad

La obesidad es un exceso de grasa en el organismo, que da lugar a un peso demasiado elevado. Aumenta la predisposición a sufrir numerosas enfermedades y disminuye la esperanza de vida.

En condiciones normales el organismo humano está constituido, en parte, por grasas. Estas sirven como reserva energética  y se almacenan en las células del  tejido graso o adiposo, que reciben el nombre  de adipocitos. En muchas personas, existe un exceso de grasa almacenada, lo que da lugar a un exceso de peso. Según la importancia de este exceso, se habla de sobrepeso (peso ligeramente elevado) o de obesidad (peso demasiado elevado).

Formas

La obesidad puede empezar a partir de la infancia o aparecer en la edad adulta. Algunos obesos presentan trastornos del comportamiento alimentario. En algunos casos puede detectarse una circunstancia desencadenante concreta, a la que sigue un aumento rápido de peso. En otras situaciones, la obesidad va constituyéndose de forma progresiva, durante años. El tejido adiposo se reparte de forma diferente de una persona a otra. Según la zona del cuerpo donde predomina, se distinguen dos tipos de obesidad:

Obesidad ginecoide. Se manifiesta por depósitos adiposos localizados en la parte inferior del cuerpo (nalgas, caderas y piernas). Se presenta, sobre todo en mujeres.

Obesidad androide. Se caracteriza por depósitos adiposos  que se localizan en el tronco y el abdomen. Esta forma de obesidad se acompaña de un exceso de grasa en el interior del abdomen, alrededor de las vísceras. Es típicamente masculina. Es La forma más grave, ya que puede provocar complicaciones muy diversas: por ejemplo, diabetes, exceso de colesterol, hipertensión arterial y accidentes cardiacos y vasculares.

Causas

Existen tres factores importantes que pueden encontrarse en el origen de la obesidad:

Factores hereditarios. Los niños cuyos padres son obesos corren más riesgos de serlo que los niños cuyos padres tienen un peso normal. Asimismo, la importancia y la distribución del tejido graso están determinadas por factores genéticos. Los diferentes aspectos de la asimilación de los alimentos por parte del organismo y el comportamiento que predispone a la obesidad (p. ej., gustos alimentarios y capacidad para almacenar las grasas) también tienen, en parte, un origen genético. La investigación de los factores genéticos responsables de la obesidad todavía está en sus inicios. Por lo menos 20 genes diferentes parecen estar relacionados con ella.

Factores alimentarios. Para convertirse en obeso, es preciso comer demasiado en relación con las necesidades energéticas o consumir demasiada grasa en relación con la capacidad de su utilización. Este exceso de alimentación esta favorecido por la cantidad y la naturaleza de los alimentos disponibles, pero también por los hábitos familiares y culturales, que llevan a comer más allá de la saciedad. La evolución del modo de vida en los países industrializados se manifiesta por un aumento en el consumo de azucares y, sobre todo, de grasas. Al mismo tiempo, la adquisición del bienestar (ascensores, transportes y calefacción) contribuye a disminuir el ejercicio físico y su gasto energético.

Factores psicológicos. La depresión, la angustia y la ansiedad suelen producir, como compensación, una tendencia a comer demasiado o a disminuir el grado de actividad. La propia obesidad, por sus consecuencias psicológicas y por los comportamientos de restricción que puede entrañar, contribuye a menudo a su automantenimiento  o a su agravamiento.

Dieta   

El tratamiento de la obesidad consiste en mantener una dieta equilibrada, que limite el aporte de calorías (disminución del aporte de grasas y, a menudo, de azucares).Esta dieta debe acompañarse de información y de una educación nutricional. Las dietas muy estrictas producen un adelgazamiento rápido, pero no dan los mejores resultados a largo plazo.

La obesidad es una enfermedad difícil de tratar y las recaídas son frecuentes. Su tratamiento requiere la participación activa del paciente, que debe recibir atención médica y un seguimiento a largo plazo. Antes de poner en marcha el tratamiento, el médico y el paciente se fijan un objetivo, que debe ser realista y que suele ser inferior a lo que desea el paciente. Pero aunque sea moderado (del orden del 10 al 15 % del peso inicial), cualquier adelgazamiento es beneficioso para la salud del obeso, ya que disminuye de forma considerable el riesgo de contraer enfermedades asociadas a la obesidad.